Imagina un restaurante ubicado en la bodega más antigua de Madrid donde puedas degustar una cocina mediterránea de vanguardia en un ambiente singular. Existe, está en el centro de la capital y es la Bodega de los Secretos.
La distancia de seguridad entre las mesas vino impuesta por la construcción funcional propia de una bodega del siglo XVII. La sala está distribuida por los espacios o cuevas donde antaño se situaban las enormes ánforas donde se maceraba el vino y que ahora sirven de reservados. En la Bodega de los Secretos las mesas están protegidas por muros construidos hace 400 años.
Un restaurante compuesto por reservados
El restaurante está situado en la bodega más antigua del centro de Madrid. Desde que inició su andadura en 2013, se ha convertido en uno de los lugares para comer con más encanto de la capital. Sus cúpulas y hornacinas de piedra dan un toque de misterio, a la vez que la mayoría de ellas conforman amables reservados en los que el comensal hallará la tranquilidad tan difícil de encontrar, a veces, en la gran ciudad. La distancia de seguridad y la privacidad están aseguradas.
Los inicios de la infraestructura de la Bodega de los Secretos se remontan al siglo XVII cuando se construyó la primera galería que ofrecía las condiciones idóneas para poder madurar y conservar vino en la zona. Años más tarde, los monjes de la orden de San Felipe Neri la ampliaron dotándola de galerías con forma de claustro, repletas de cúpulas y hornacinas que se conservan a día de hoy.
Menú variado y para todos los gustos en la Bodega de los Secretos
En su oferta gastronómica hay entrantes de todo tipo. Una exquisita selección de carnes, pescados y arroces. También una deliciosa carta de postres para terminar cualquier velada de la mejor de las maneras.
Primero, entre sus entrantes destacan: el pulpo braseado sobre muselina de patata trufada y aceite de pimentón de la vera. Las croquetas cremosas de jamón ibérico, habitas baby con chipirones de anzuelo y cebolla confitada o Foie mi-cuit con puré de manzana asada y caramelo de pacharán.
El risotto cremoso de boletus y espárragos trigueros o los raviolis de setas o de calabaza con su salsa secreta constituyen otra de sus sabrosas sugerencias para el paladar.
Si se continúa buceando en la suculenta carta, encontraremos diferentes opciones de carne. Solomillo de ternera con salsa de moixernons y verduritas, rulo de rabo de toro con salsa de garnacha y muselina de patata.
Y, como colofón, los riquísimos postres. Una cuidada selección que incluye delicatesen como el coulant templado de chocolate y frío de mango. También la tarte tatin de manzana caramelizada y nata de canela o la copa de yogurt cremoso con puré de frutos rojos, entre otros.
El Attelier Magazine